Nos caímos bien desde el primer momento, ella a mí por su naturalidad, sencillez, dulzura, valentía, generosidad…..yo a ella, según me dijo luego, porque le parecía una chica sensata, de fiar, la amiga perfecta para su hija.
"Cuando mi hija se va contigo –me dijo en una ocasión- me quedo tranquila, no como cuando vienen a buscarla otras personas".
Sin duda, exageraba, podía estar tranquila sin mí, además, las insensateces que cometimos, propias de la edad, por suerte, o no tuvieron consecuencias negativas o supimos torearlas airosamente.
Fue la compañera de un hombre comprometido con sus ideales, una mujer que acompañaba una veces y esperaba otras, pero además tenía una vida individual muy rica porque supo dar cariño a quienes tenía a su alrededor y hacerse querer.
Siempre que podía, disfrutaba con sus nietos y, a pesar de los achaques, naturales de su edad, estaba dispuesta para ayudar a sus hijos en cualquier momento, siempre con una sonrisa, sin una queja de flaqueza.
La última vez que la vi estaba muy feliz por tener cerca a sus nietos más pequeños, y así quiero recordarla, como una mujer especial y feliz, que se ha ido como ella quería: sin dar quehacer a nadie.

"Era una mujer pequeña de estatura pero con un corazón muy grande, que supo llevar con dignidad lo que le tocó vivir".
"Siempre nos acogió en su casa y compartió lo que tenía como si fuéramos de su familia".
"Egoístamente, la tristeza que siento es saber que nunca más tendremos su amor".
"Compañera, si mil veces viviera, mil veces volvería a buscarte".