domingo, 24 de julio de 2011

La sequía y la hambruna obliga a huir hacia Etiopía y Kenia a 135.000 somalíes



Si ya es duro leer y ver las imágenes sobre Somalia, esta semana me impactaba una noticia que me recordó la secuencia de una película que vi hace muchos años, "La decisión de Sofi", en la que un oficial alemán le dice a Sophi que tiene que elegir a cual de sus hijos quiere salvar de morir, porque de no elegir ella, los matan a los dos. Por entonces yo no tenía hijos, sin embargo sentí el dolor de tener que tomar semejante decisión, porque aunque aquello era ficción, estoy segura de que ocurrieron casos semejantes en aquella guerra.
Ahora que si tengo hijos a los que quiero e intento cuidar y proteger, como cualquier madre, escucho que las mujeres que huyen con sus hijos de la hambruna de Somalia hacia Kenia y Etiopía, en algunos casos se ven obligadas a dejar atrás a alguno de sus hijos porque saben que todos no van a sobrevivir....terrible y dolorosa decisión las de las mujeres de una parte del mundo, mientras en otras partes el conflicto está entre pasar las vacaciones en la playa o en la montaña para olvidar "los problemas", y no es que dejando de ir de vacaciones la hambruna se vaya a solucionar, pero a veces resulta bochornoso pertenecer a la parte del mundo que no hace mucho por evitar tantas muertes de inocentes.

martes, 19 de julio de 2011

¿....?

Buscando mi propio blog, que lo tenía desaparecido, he encontrado lo que pego más abajo, lo que me sugiere algunas preguntas:
Si puse el título sin saber su significado ¿se puede poner un título con tan poco acierto?
Si el subconsciente me traicionó y el título me define ¿tendré que pararme a pensar y dejar de huir?
Si me definía cuando lo puse pero ahora no ¿tengo que cambiarlo?
Y, si me voy a dormir ya y lo pienso mañana ¿será huir o que tengo sueño?....o tal vez ¿reirse de los propios errores es sano a veces?


PAPELES PARA EL PROGRESO
DIRECTOR: JORGE BOTELLA
NÚMERO 2 JUNIO-JULIO 2002
página 7


HUIR HACIA ADELANTE


Frente a los problemas la actitud de la persona humana se comporta de tres maneras distintas:
1. Aquella en que el hombre se retrae frente al problema y se retira sin afrontarlo, huye.
2. La más consecuente, cuando la persona objetiva el problema, lo asume, lo analiza le busca solución. Se enfrenta y vence.
3. Quien ante la dificultad, lo que hace es ignorarla, con arte la rodea y sigue su camino, pero siempre con el problema a su espalda. Esa es la actitud de quien huye hacia adelante.
Entre los problemas que afronta la humanidad los hay de dos naturalezas: problemas materiales y problemas sociales. Para los primeros el recurso es la ciencia y la técnica aplicadas con el saber y el trabajo. Los problemas sociales, sin embargo, presentan un cariz muy distinto. En la medida que los actos sociales son consecuencia de la concurrencia de variados individuos, su problemática no puede ser tratada sino por el análisis conjunto de las motivaciones que reflejan las actitudes en conflicto.
Todo acto humano libre corresponde a unos estímulos, a un por qué, a un para qué. En principio, la voluntariedad de ese acto estaría orientada a producir o conseguir un bien. El problema se produce cuando el bien buscado entra en conflicto de intereses con los bienes apetecidos igualmente en los actos ajenos.
Ante los problemas sociales de esta naturaleza, una de las actitudes posible es la de no asumir la existencia del conflicto de intereses, pasar por encima, dejando latente el problema como si el mismo careciera de entidad.
Cuando así se actúa, sea a nivel familiar, laboral, político, comunitario, etc. la mayor parte de las veces el problema, falto de atención, no sólo no desaparece sino que se desarrolla, llegando a la larga a poder convertirse en una intrincada oposición de planteamientos cada vez más difícil de abordar.
Las dos principales causas que generan las controversias humanas a nivel de grupo son: la falta de cultura social y la injusticia. Ambas responden a al marginación de un mismo denominador: el bien común.
Pasar por encima de los problemas sociales sin invertir en la promoción de la cultura social, en la conciencia de la necesidad de relativizar los derechos sobre los bienes en función de que se forma parte de una colectividad, se convierte en una temeridad para quienes ejercen cualquier tipo de autoridad.
Soslayar las exigencias de la justicia social en las determinaciones de quienes ejercen el poder no supone más que intentar ignorar una problemática cuya propia dinámica interna casi siempre termina por engendrar una espiral de violencia.
Cuando el hombre no vence los problemas que se le enfrentas, los problemas le acaban venciendo a él. Cuando la sociedad no asume y racionaliza sus propias contradicciones, éstas terminan por sangrarla. Al huir hacia delante, se sigue, pero huyendo.